Este escrito intenta sumar un aporte de índole constructivista desde la
mirada del profesional, que enriquece la visión del diseñador para perfeccionar
sus habilidades al hacer moda, con técnica y estética, pensando en la
funcionalidad y materialidad del diseño de un traje del siglo XXI, y resaltar
la necesidad del aprendizaje teórico-técnico tanto del corte como de la
confección, aplicándolo en la práctica, estudiando las líneas con sus lineamientos
estéticos, ya que éstos permiten distinguir la elegancia del vestir, aplicando
los avíos y materiales más adecuados para lograr un producto de alta calidad.
Probablemente la técnica sartorial no está siendo suficientemente valorada
por los formadores de nuevos diseñadores, y no es por descartarla sino por
desconocerla. Por eso, lamentablemente no hay sastres y lo que se hace en
sastrería no es sastrería, porque no se aplica la técnica, y se espera que el
conocimiento se adquiera a través de la acción de reconstruir la prenda para
tomar ideas para crear algo inspirado en eso, y aún al completar la consigna,
el trabajo se hizo pero sin entenderlo, porque falta la explicación del cómo,
el por qué, el para qué y de qué manera se hace un saco, un pantalón, una falda
o un abrigo de sastrería. Como es un ejercicio sin contenido sustentado, y sin
repeticiones que esclarezcan dudas y generen nuevas expectativas, acaba por descarte
en un conocimiento inerte y olvidado, cuando concretamente la técnica, el
llamado método de corte, ha sido concebido para la superación del profesional y
lo que sería absolutamente enriquecedor, es la experimentación dada por la
profundización en el estudio del corte.
Como profesionales sastres estamos tratando de difundir estos conocimientos
a los estudiantes de diseño porque claramente vemos que no se profundiza el estudio
de trazados para hacer mordería, y se está dedicando más atención a la gráfica,
al geometral o a la ficha de producto que al producto mismo.
El no saber costura hace que los estudiantes de indumentaria no sepan
armar una prenda, por lo tanto, recurren a terceros para hacer sus
presentaciones y cuando se reciben no encuentran mercado para hacer sus
producciones porque desconocen el proceso de fabricación y la vinculación con
los talleres y la rueda de trabajo, y se les hace cuesta arriba generar
emprendimientos propios, más con falta de financiamiento.
Entendemos por eso que es importante someter a consideración esta
mirada, aclarando que no estamos criticando la enseñanza sino observando que el
resultado del aprendizaje tiene puntos que merecen contemplarse, ya que al
centralizar el saber integral al hacer moda incluyendo el método de corte y
confección es cuando se produce diseño con calidad. En vista de ello, nos
parece importante sugerir que aprender las técnicas de la sastrería, enriquece
al diseñador de moda. A diferencia de lo que ocurría en las primeras décadas
del siglo XX, en que el oficio se aprendía de niño en los talleres, hoy los jóvenes
se forman en ámbitos universitarios, en escuelas de moda, relegando la
enseñanza de los oficios en las academias de corte y confección tan difundidas
en los años 50 y 60.
Es cada vez más difícil encontrar un sastre joven o un aprendiz de
cortador.
Algunos jóvenes diseñadores y estudiantes de la carrera de modas, poco
conocen de este rubro que les resulta lejano y complejo y a veces hasta difícil
de aprender.
Un sastre o sastra es un artista que crea y reproduce moda, y es capaz
de trabajar sobre distinto tipo de prendas o focalizarse en forma específica
según su especialidad, generando todo clase de diseño, gracias a su preparación
profesional tanto en la parte técnica como teórica del método de corte, sumado
a sus habilidades comerciales y su capacidad de venta, las relaciones públicas que
debe sostener con sus proveedores y personal a cargo como el trato con el
cliente de forma personalizada.
Su habilidad para coser (con la aguja y el dedal, artesanalmente como a
máquina), le permite realizar la línea de una prenda que lo distingue en estilo
e interpretación de la moda, atendiendo a la calidad en los detalles y las
terminaciones, que son un punto fundamental en su trabajo como profesional.
Tanto la multiplicidad como la universalidad de la sastrería hacen que
de cada una de ellas, el diseñador de moda pueda nutrirse para el desarrollo de
su profesión, bien sea inclinándose a la vanguardia como siguiendo la línea
clásica.
Lipovetsky,
G. (1986). La era del vacío. Barcelona: Editorial Anagrama.
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