lunes, 30 de noviembre de 2015

El siglo de oro de la Sastrería

Haciendo un paseo por el siglo de oro de la sastrería, nos lleva a historiar sobre las entidades que agrupan a estos profesionales de la moda, como es el caso del Círculo de la Moda fundado en Buenos Aires en 1922 y que al fusionarse con el Club Amigos Sastres conforma en 1977 la Asociación Argentina de la Moda, representante del país ante CONPANAC (Confederación Panamericana de Alta Costura) que data de 1945 y lleva ya veinte congresos panamericanos de profesionales de alta costura en su haber.
A nivel internacional la WFMT, –Federación Mundial de Maestros Sastres–, fundada en 1865, realizó su primer congreso en 1910 por lo que en este próximo 34 Congreso Mundial de Sastrería se festejará el centenario, en el próximo congreso de Roma 2011.
La historia del buen hacer sartorial está ligada a profesionales de la aguja y del dedal que han sido innovadores, creativos y sobre todo estudiosos del arte del vestir, pero sin lugar a dudas el atuendo protagonista de esta rama de la moda es la obra del sastre: es el traje. El traje constituye el atuendo más elegante que un hombre puede vestir, y siempre y cuando el corte, el gusto y tono de la tela, y su confección, sean elegidos correctamente para la ocasión que se lo lucirá, jamás estará fuera de lugar, pues dependiendo de la función que se cumpla, de la hora del día, la época del año y el clima, debe resaltar la figura de quien lo luce y esa es una tarea que el sastre jamás olvida.
En el caso de la dama pasa lo mismo, un vestido de novia involucra no sólo la elección de la tela y del diseño, es la cara visible del espíritu de quien lo porta y por ende lleva consigo la ilusión de una mágica ceremonia de bodas. Aquel vestido rojo en el que te sueñas increíble y ese strapless negro que en toda gala te sienta bien, reviste algo de magia en su creación, respira libertad en quien lo porta y habla del artífice que hizo realidad un diseño maravilloso, creando y transformando cada línea.
Esto habla de lo que conocemos como el lenguaje de las formas, el buen gusto, lo estético, la belleza que se sustenta en lo armónico, eso es pasión inspirada, es crear, reproducir, adaptar, es fantasía.
Y cuando hablamos de fantasear, en el ejercicio de una imaginación superior aplicada al diseño, la extravagancia como la sobriedad, conviven en el mundillo de la moda y de las pasarelas, entremezclándose entre el gusto por lo diferente, el placer de lo excéntrico y la preferencia por lo clásico.
Hoy en día las nuevas tecnologías dejaron de lado los dibujos hechos a lápiz, los figurines, los bocetos, para representar la prenda en el geometral y hacer fichas técnicas de producto. La computadora es un elemento asociado al trabajo del diseñador, y tanto Internet como los medios de comunicación son una gran influencia y la publicidad atrapa y seduce poderosamente.
Cuando nos detenemos en la influencia de la televisión en la difusión de colecciones de alta costura se hace inevitable citar las históricas tardes de sábado con el mítico programa “El arte de la elegancia de Jean Cartier” conducido por su esposa María Fernanda Fasce y emitido durante tres décadas (entre 1955-1986), sin lugar a dudas ha marcado una época de nuestra TV.
Los premios Cartier2 creados en los 80, como los concursos de belleza, el certamen de Miss Argentina para Miss Mundo, convocaron a las mujeres más hermosas y a los artistas más importantes del medio impulsando un sello de distinción que marcó una época de glamour y estética que iluminó las pasarelas argentinas, con las mannequin más prestigiosas del mundo, muchas de ellas miembros de la Asociación de Modelos Argentinos (fundada en 1967) que integraban Chunchuna Villafañe, Anté Garmaz, María Marta Lagarrigue, Claudia Sánchez, María Amelia Ramírez, entre otros famosos.
De acuerdo a datos suministrados por la administración de ingresos públicos más de 17.000 trabajadores se dedican al modelaje y en la actualidad, según la AMA, existen más de 700 representantes de modelos distribuidos en todo el país y alrededor de 300 agencias de modelos reconocidas oficialmente.
Los concursos de Miss Mundo y Miss Universo que llevan ya 60 años de existencia nos muestran el rol protagónico de la mujer como musa inspiradora de la moda y de toda creación estética u obra de arte que se pasea por las mejores capitales del mundo y cuya televisación, es seguida por millones de personas, quienes escuchan el juramento a viva voz de estas bellas mujeres, y que es leído en cada uno de los certámenes: - “Nosotras, las mujeres jóvenes del universo, creemos que toda la gente del mundo busca la paz, la tolerancia y el entendimiento mutuo. Juramos difundir este mensaje de cualquier forma que podamos y a donde vayamos” dando prioridad a la conciencia social. Y la Argentina, no ha sido ajena a este importante producto internacional que se instaló de la mano de Cartier.
En verdad la creación de ambos concursos tiene una estrecha relación con la aparición del bikini que luego se reemplazó por el traje de baño de una pieza, sosteniendo que enaltecer la belleza femenina a nivel mundial no se trata sólo de ver en la mujer su condición de pretty woman –mujer bonita–, sino evaluar su inteligencia y sus atributos, priorizando el porte y la elegancia para lucir las prendas. Es así que en los años 80 el certamen de Miss Mundo incorpora tests de inteligencia y personalidad, adoptando el eslogan “Belleza con un propósito”.
Un dato anecdótico de este personaje que alentó estos concursos es que Jean Cartier, cuyo verdadero nombre era Atanae Mironescu, comenzó su carrera como actor y cantante después que conoció a Carlos Gardel en París, donde fue su asistente en 1932. Su vida llena de desafíos es un bonito ejemplo de superación y de inspirada creatividad que enalteció la moda marcando un tiempo no sólo en la televisión sino en los recordados desfiles del Día de la Primavera en la mítica avenida Santa Fe. Justamente esta importante arteria de Buenos Aires fue centro de una movida conocida como “petiterismo”.
Este movimiento, masificado a partir de los trajes veraniegos de la cadena de Tiendas La Avispa, que a precios populares impuso el fenómeno que se extendió hasta febrero de 1973, fecha en que cerró sus puertas el Petit Café quien peyorativamente le dio su nombre a este grupo de jóvenes de vanguardia.
Ser “petitero”, “fifí” –niño bien–, se relaciona con la forma de vivir la moda, una moda masculina que alborotó la sociedad de los años 50 cuando el varón se vestía con el traje hecho a medida y la industria sartorial estaba en su máximo apogeo. El estilo marcaba una tendencia no sólo en la moda sino en las inclinaciones de pensamiento de estos adeptos al petiterismo. La elección de sacos cortos, ajustados al cuerpo de tres botones con solapas breves y dos tajos, de gabardina beige en verano, camisas de cuello redondo con traba, y puños para gemelos, zapatos con hebilla y mocasines, todo a medida, es lo que claramente describe la indumentaria de los vanguardistas de mediados del siglo pasado. Según nos cuenta la crónica de la época, quienes militaban en esta pituca tendencia se identificaban no sólo por la vestimenta sino por perfiles costumbristas encumbrados de la alta aristocracia con cierta alcurnia, que se reunía también en círculos selectos organizando tertulias en reconocidas confiterías del Barrio de Recoleta como El Petit Café y la confitería El Águila, y barrios como Belgrano y Olivos que se seleccionaban como postas de conquista, ya que se los consideraba los seductores emblemáticos e invitados imperdibles de las fiestas. Estos caballeros, gustaban de los deportes como el rugby y el polo y tenían sastres personalísimos y se vestían en sastrerías como Rhoder´s y Giesso, que adaptaron sus diseños a esa moda. Sus camiseros bordaban iniciales personales in pectoris (en el pecho) y los zapatos y mocasines a medida, previo molde, eran moldeados artesanalmente por Luciano Banagsco en Guido, la ochava zapatera de la calle homónima y Montevideo, tal como lo relata Francisco Juárez en una nota para La Nación hablando sobre la vida y pasión de los petiteros porteños. Ya hace años que la Casa Guido fue demolida pero en la sucursal de Quintana al 300 se archivan medio siglo de moldes de pies de famosos.
Esto confirma que modas y estilos se mantienen vigentes como el buen corte a pesar del paso del tiempo.Las modas pasan y solo el estilo sigue porque marca hitos que los diferencia y tienen firma propia como el caso de Coco Chanel, Giani Versace, Angelo Lítrico, Givenchy, Valentino,Yves Saint Laurent, Christian Lacroix, Georgio Armani, como tantos otros modistos reconocidos.
Argentina ha tenido un estilista de lujo, el maestro José Caballero, que se desempeñó como diseñador modelista y asesor técnico para Christian Dior, Casa Muñoz (donde un peso vale dos), Modart. Rossi Perez, Ribetto Lopez y Carluccio, y entre los destacados profesionales de la aguja y el dedal José Gómez, los Hnos. Laría, Antonio Olivieri, Ángelo Feo, Leonardo Siciliano, Expedito Mútolo, Mario Barletta, José Oppedisano, Sergio Galliussi, Manuel Cancela Natalio Argento, Felix Saffe, Jorge Williams y muchos de los sastres que hoy forman parte de la Asociación Argentina de la Moda, encontramos a los mejores sastres del país, y traspasando fronteras, no podemos dejar de citar al Creador del Monumento al Sastre, el catalán Ignasi Ribas i Pujadas de Sabadell.
Muchos sastres italianos, como Mario Napolitano y Sebastiano Di Renzo y como el caso Brione de Nazareno Fonticoli y Gaetano Savini que en el año 1952 innovó con la idea de presentar una colección masculina por primera vez en el desfile de moda en el Palazzo Pitti en Florencia, convirtiéndose luego en el armario de las estrellas de cine y se hizo famoso por la escena de Pierce Brosnan como el agente 007 y por el film El Secreto de Thomas Crown, que son reconocidos internacionalmente. Con el paso de los años, muchas sastrerías de renombre como Brioni han sabido adaptarse a las modas pasajeras, pero siempre manteniendo su propia personalidad y estilo, y sin renunciar a las prendas elaboradas por los grandes maestros sastres que tienen en la perfección de líneas, su modo de trabajo. En esa adaptación Brioni ha puesto en valor sus momentos históricos y lanzó una línea de camisetas de algodón en las que se representan dibujos de trazados y líneas de sastrería en las que se pueden apreciar los bocetos hechos a mano de un gentleman vestido con traje a cuadros y elegante sombrero, o un primer plano de un elegante caballero vestido con una gabardina. Sin duda, una magnífica manera de homenajear y vestir las piezas más exquisitas de la firma incluso en sus prendas más relajadas y de sport.

Todas son formas comerciales que reciclan los mejores momentos que hicieron historia en la moda.
Revistas de Moda de la colección de la Asociación Argentina de la Moda y Arte Sastre

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