Haciendo un paseo por el siglo de oro de la sastrería, nos lleva a
historiar sobre las entidades que agrupan a estos profesionales de la moda,
como es el caso del Círculo de la Moda fundado en Buenos Aires en 1922 y que al
fusionarse con el Club Amigos Sastres conforma en 1977 la Asociación Argentina
de la Moda, representante del país ante CONPANAC (Confederación Panamericana de
Alta Costura) que data de 1945 y lleva ya veinte congresos panamericanos de profesionales
de alta costura en su haber.
A nivel internacional la WFMT, –Federación Mundial de Maestros Sastres–,
fundada en 1865, realizó su primer congreso en 1910 por lo que en este próximo
34 Congreso Mundial de Sastrería se festejará el centenario, en el próximo
congreso de Roma 2011.
La historia del buen hacer sartorial está ligada a profesionales de la
aguja y del dedal que han sido innovadores, creativos y sobre todo estudiosos
del arte del vestir, pero sin lugar a dudas el atuendo protagonista de esta
rama de la moda es la obra del sastre: es el traje. El traje constituye el
atuendo más elegante que un hombre puede vestir, y siempre y cuando el corte,
el gusto y tono de la tela, y su confección, sean elegidos correctamente para
la ocasión que se lo lucirá, jamás estará fuera de lugar, pues dependiendo de
la función que se cumpla, de la hora del día, la época del año y el clima, debe
resaltar la figura de quien lo luce y esa es una tarea que el sastre jamás
olvida.
En el caso de la dama pasa lo mismo, un vestido de novia involucra no
sólo la elección de la tela y del diseño, es la cara visible del espíritu de
quien lo porta y por ende lleva consigo la ilusión de una mágica ceremonia de
bodas. Aquel vestido rojo en el que te sueñas increíble y ese strapless negro
que en toda gala te sienta bien, reviste algo de magia en su creación, respira libertad
en quien lo porta y habla del artífice que hizo realidad un diseño maravilloso,
creando y transformando cada línea.
Esto habla de lo que conocemos como el lenguaje de las formas, el buen
gusto, lo estético, la belleza que se sustenta en lo armónico, eso es pasión
inspirada, es crear, reproducir, adaptar, es fantasía.
Y cuando hablamos de fantasear, en el ejercicio de una imaginación
superior aplicada al diseño, la extravagancia como la sobriedad, conviven en el
mundillo de la moda y de las pasarelas, entremezclándose entre el gusto por lo
diferente, el placer de lo excéntrico y la preferencia por lo clásico.
Hoy en día las nuevas tecnologías dejaron de lado los dibujos hechos a
lápiz, los figurines, los bocetos, para representar la prenda en el geometral y
hacer fichas técnicas de producto. La computadora es un elemento asociado al
trabajo del diseñador, y tanto Internet como los medios de comunicación son una
gran influencia y la publicidad atrapa y seduce poderosamente.
Cuando nos detenemos en la influencia de la televisión en la difusión de
colecciones de alta costura se hace inevitable citar las históricas tardes de
sábado con el mítico programa “El arte de la elegancia de Jean Cartier”
conducido por su esposa María Fernanda Fasce y emitido durante tres décadas
(entre 1955-1986), sin lugar a dudas ha marcado una época de nuestra TV.
Los premios Cartier2 creados en los 80, como los concursos de belleza,
el certamen de Miss Argentina para Miss Mundo, convocaron a las mujeres más
hermosas y a los artistas más importantes del medio impulsando un sello de
distinción que marcó una época de glamour y estética que iluminó las pasarelas
argentinas, con las mannequin más prestigiosas del mundo, muchas de ellas
miembros de la Asociación de Modelos Argentinos (fundada en 1967) que
integraban Chunchuna Villafañe, Anté Garmaz, María Marta Lagarrigue, Claudia
Sánchez, María Amelia Ramírez, entre otros famosos.
De acuerdo a datos suministrados por la administración de ingresos
públicos más de 17.000 trabajadores se dedican al modelaje y en la actualidad,
según la AMA, existen más de 700 representantes de modelos distribuidos en todo
el país y alrededor de 300 agencias de modelos reconocidas oficialmente.
Los concursos de Miss Mundo y Miss Universo que llevan ya 60 años de
existencia nos muestran el rol protagónico de la mujer como musa inspiradora de
la moda y de toda creación estética u obra de arte que se pasea por las mejores
capitales del mundo y cuya televisación, es seguida por millones de personas,
quienes escuchan el juramento a viva voz de estas bellas mujeres, y que es
leído en cada uno de los certámenes: - “Nosotras, las mujeres jóvenes del
universo, creemos que toda la gente del mundo busca la paz, la tolerancia y el
entendimiento mutuo. Juramos difundir este mensaje de cualquier forma que
podamos y a donde vayamos” dando prioridad a la conciencia social. Y la
Argentina, no ha sido ajena a este importante producto internacional que se instaló
de la mano de Cartier.
En verdad la creación de ambos concursos tiene una estrecha relación con
la aparición del bikini que luego se reemplazó por el traje de baño de una
pieza, sosteniendo que enaltecer la belleza femenina a nivel mundial no se trata
sólo de ver en la mujer su condición de pretty woman –mujer bonita–, sino
evaluar su inteligencia y sus atributos, priorizando el porte y la elegancia
para lucir las prendas. Es así que en los años 80 el certamen de Miss Mundo
incorpora tests de inteligencia y personalidad, adoptando el eslogan “Belleza
con un propósito”.
Un dato anecdótico de este personaje que alentó estos concursos es que Jean
Cartier, cuyo verdadero nombre era Atanae Mironescu, comenzó su carrera como
actor y cantante después que conoció a Carlos Gardel en París, donde fue su
asistente en 1932. Su vida llena de desafíos es un bonito ejemplo de superación
y de inspirada creatividad que enalteció la moda marcando un tiempo no sólo en
la televisión sino en los recordados desfiles del Día de la Primavera en la mítica
avenida Santa Fe. Justamente esta importante arteria de Buenos Aires fue centro
de una movida conocida como “petiterismo”.
Este movimiento, masificado a partir de los trajes veraniegos de la
cadena de Tiendas La Avispa, que a precios populares impuso el fenómeno que se
extendió hasta febrero de 1973, fecha en que cerró sus puertas el Petit Café
quien peyorativamente le dio su nombre a este grupo de jóvenes de vanguardia.
Ser “petitero”, “fifí” –niño bien–, se relaciona con la forma de vivir
la moda, una moda masculina que alborotó la sociedad de los años 50 cuando el
varón se vestía con el traje hecho a medida y la industria sartorial estaba en
su máximo apogeo. El estilo marcaba una tendencia no sólo en la moda sino en
las inclinaciones de pensamiento de estos adeptos al petiterismo. La elección
de sacos cortos, ajustados al cuerpo de tres botones con solapas breves y dos
tajos, de gabardina beige en verano, camisas de cuello redondo con traba, y
puños para gemelos, zapatos con hebilla y mocasines, todo a medida, es lo que
claramente describe la indumentaria de los vanguardistas de mediados del siglo
pasado. Según nos cuenta la crónica de la época, quienes militaban en esta
pituca tendencia se identificaban no sólo por la vestimenta sino por perfiles costumbristas
encumbrados de la alta aristocracia con cierta alcurnia, que se reunía también
en círculos selectos organizando tertulias en reconocidas confiterías del
Barrio de Recoleta como El Petit Café y la confitería El Águila, y barrios como
Belgrano y Olivos que se seleccionaban como postas de conquista, ya que se los
consideraba los seductores emblemáticos e invitados imperdibles de las fiestas.
Estos caballeros, gustaban de los deportes como el rugby y el polo y tenían
sastres personalísimos y se vestían en sastrerías como Rhoder´s y Giesso, que
adaptaron sus diseños a esa moda. Sus camiseros bordaban iniciales personales
in pectoris (en el pecho) y los zapatos y mocasines a medida, previo molde,
eran moldeados artesanalmente por Luciano Banagsco en Guido, la ochava zapatera
de la calle homónima y Montevideo, tal como lo relata Francisco Juárez en una
nota para La Nación hablando sobre la vida y pasión de los petiteros porteños.
Ya hace años que la Casa Guido fue demolida pero en la sucursal de Quintana al
300 se archivan medio siglo de moldes de pies de famosos.
Esto confirma que modas y estilos se mantienen vigentes como el buen
corte a pesar del paso del tiempo.Las modas pasan y solo el estilo sigue porque
marca hitos que los diferencia y tienen firma propia como el caso de Coco
Chanel, Giani Versace, Angelo Lítrico, Givenchy, Valentino,Yves Saint Laurent,
Christian Lacroix, Georgio Armani, como tantos otros modistos reconocidos.
Argentina ha tenido un estilista de lujo, el maestro José Caballero, que
se desempeñó como diseñador modelista y asesor técnico para Christian Dior,
Casa Muñoz (donde un peso vale dos), Modart. Rossi Perez, Ribetto Lopez y
Carluccio, y entre los destacados profesionales de la aguja y el dedal José
Gómez, los Hnos. Laría, Antonio Olivieri, Ángelo Feo, Leonardo Siciliano,
Expedito Mútolo, Mario Barletta, José Oppedisano, Sergio Galliussi, Manuel
Cancela Natalio Argento, Felix Saffe, Jorge Williams y muchos de los sastres
que hoy forman parte de la Asociación Argentina de la Moda, encontramos a los
mejores sastres del país, y traspasando fronteras, no podemos dejar de citar al
Creador del Monumento al Sastre, el catalán Ignasi Ribas i Pujadas de Sabadell.
Muchos sastres italianos, como Mario Napolitano y Sebastiano Di Renzo y
como el caso Brione de Nazareno Fonticoli y Gaetano Savini que en el año 1952
innovó con la idea de presentar una colección masculina por primera vez en el
desfile de moda en el Palazzo Pitti en Florencia, convirtiéndose luego en el
armario de las estrellas de cine y se hizo famoso por la escena de Pierce Brosnan
como el agente 007 y por el film El Secreto de Thomas Crown, que son
reconocidos internacionalmente. Con el paso de los años, muchas sastrerías de
renombre como Brioni han sabido adaptarse a las modas pasajeras, pero siempre
manteniendo su propia personalidad y estilo, y sin renunciar a las prendas
elaboradas por los grandes maestros sastres que tienen en la perfección de
líneas, su modo de trabajo. En esa adaptación Brioni ha puesto en valor sus
momentos históricos y lanzó una línea de camisetas de algodón en las que se
representan dibujos de trazados y líneas de sastrería en las que se pueden
apreciar los bocetos hechos a mano de un gentleman vestido con traje a cuadros
y elegante sombrero, o un primer plano de un elegante caballero vestido con una
gabardina. Sin duda, una magnífica manera de homenajear y vestir las piezas más
exquisitas de la firma incluso en sus prendas más relajadas y de sport.
Todas son formas comerciales que reciclan los mejores momentos que
hicieron historia en la moda.
Revistas
de Moda de la colección de la Asociación Argentina de la Moda y Arte Sastre
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