lunes, 30 de noviembre de 2015

El traje en peligro de extinción

Es muy común escuchar que el traje sólo se usa para las reuniones especiales y que las empresas, a partir del nuevo milenio adoptaron la ropa casual y cada día hay menos sastres/as, son menos visibles en el mercado, y el oficio tiende a desaparecer. Lo cierto es que en los últimos 20 años se ha producido un gran cambio en la forma de vestir de los varones y para muchos ya no es indispensable como vestimenta de trabajo, ni para empresas o entidades como para personal jerárquico, diplomáticos, la realeza y los funcionarios de estado, los políticos y los académicos. Susana Speroni, que fuera Directora del Museo Nacional del Traje sostiene que:
Los hombres ya no se sienten cómodos en traje. En los años 50, era impensable ir a trabajar sin corbata. El traje era toda una institución dentro de la sociedad argentina, sinónimo de trabajo y seriedad. Y aunque en los 70 se introdujeron algunos cambios, así continuó hasta finales de los 90. Entonces comenzó a modificarse el look masculino y lo útil y cómodo se impuso a lo elegante (www.elpais.com.uy, 2005, octubre).
Afirma que lo que ocurre es que el hombre de los años 2000 dejó de sentirse a gusto con aquella prenda que impuso Luis XIV a las tropas mercenarias que había contratado en Croacia: la cravatte, es decir, la corbata.
De hecho el estar vestido con un traje condiciona la conducta y seguramente se pensará dos veces el ponerse molesto ya que eso estropearía el saco si el sujeto entablara una discusión  violenta a golpes de puño, muy común en los lugares de recreación, en los que justamente se abandonó el uso del traje.
Respecto a saber si el consumo del traje ha disminuido, para hacer un diagnóstico, basta pararse en una arteria clave de Buenos Aires y recorrer las calles del microcentro porteño para comprobarlo: los hombres visten camisas de vestir con jean y sacos de corderoy o cuero; pantalones pinzados con remeras polo y suéteres de hilo, la relación entre los hombres de traje y los cultores del casual es de uno a uno. Si se compara esa escena con una fotografía tomada en la misma esquina hace 20 años, las diferencias se hacen todavía más evidentes. Casi la totalidad de los hombres iban al centro vestidos de traje. Lo que sí es cierto, es que quien tiene por costumbre hacerse trajes a medida y puede costearlo, sigue haciéndose ropa a la medida con su sastre.
La globalización y la industria, nos alzó a un punto de elite y redujo el consumo a unos pocos clientes pudientes. El cambio fue tan profundo que incluso casas que tradicionalmente se dedicaban a la venta de trajes debieron ampliar la gama de su oferta de sacos informales y cambiar a conjuntos sport, lo que amplió enormemente los guardarropas de los años 90 en adelante.
Los especialistas en sociología de la moda coinciden en que el traje se está convirtiendo en una prenda para ocasiones especiales. Una mutación más que, sin duda, no será la última.
Si analizamos las estadísticas, podemos comprobar esta afirmación, pues a principio de este nuevo milenio, se publicó un trabajo realizado por la CAI –Cámara Argentina de la Indumentaria–, que refleja que solo el 7 % de los argentinos adquiere prendas de contenido formal (es decir, de los casi 17 millones de clientes que tiene este mercado solo 1.154.485 son compradores de trajes), y a las claras está, que una ciudad como Buenos Aires hoy tenga tan pocos hombres vestidos de traje a diferencia de lo observable en otras ciudades de América, donde sigue prevaleciendo esta costumbre.
Las estadísticas del sector señalan también que los argentinos son grandes consumidores de ropa: cada año se compran 6,300 kilos de prendas per cápita. La última encuesta de gasto de los hogares que hizo el INDEC 6 señala que los argentinos usan el 7,2% de su presupuesto personal en indumentaria: el 4,6% en ropa, el 2,1% en calzado y un 0,5% en arreglos. Si se compara con otros rubros, surge que se gasta más en vestimenta que en equipamiento y funcionamiento del hogar (6,7%) e incluso que en agua y electricidad (3,45%).
En el 2010, el ámbito textil registró récord de producción, según el informe del Ministerio de Industria. El nivel de actividad avanzó un 16% y, de esta manera, acumula desde 2003 un aumento del 143 % y las exportaciones crecieron un 41,5 %. El sector textil tiene presentados 12 proyectos (4 de ellos ya fueron aprobados) para acceder a los préstamos del Fondo del Bicentenario, destinados a ampliaciones y construcciones de plantas fabriles, incorporación de maquinaria y desarrollo de nuevos productos con valor agregado, que generarán más de 730 puestos de trabajo. Esto confirma que la Moda genera empleo y brinda oportunidades de crecer.
Débora Giorgi (2011),  al frente de la cartera industrial, especificó que: -“Mientras que en los 90 se destruían empresas y puestos de trabajo, hoy tenemos una industria textil fuerte, que crece de manera sostenida, con producciones que agregan valor nacional y aportan calidad y diseño argentino” (www.lanacion.com.ar, 2011).
Sumado a estas observaciones es bueno decir también que la fabricación de calzado en Argentina viene en ascenso desde 2002 y en 2010 esa tendencia se consolidó, de acuerdo a lo que comunicó la Cámara de la Industria del Calzado (CIC), que afirma también que en los últimos 12 meses se produjeron 105 millones de pares de calzado en territorio nacional, lo que marca un crecimiento de 10 millones de pares si se traza una comparación interanual. Otro índice de crecimiento que el sector textil experimentó en 2010 es que las importaciones de bienes de capital, piezas y accesorios destinados a aumentar la capacidad de producción aumentaron un 64% con respecto a 2009. De acuerdo a datos aportados por la Fundación Pro-Tejer, el total de los bienes importados, sumado al costo de la nacionalización y puesta en marcha de esa maquinaria, estima una inversión total de 844 millones de pesos. A tal punto es importante el sector textil en la producción que: -“El desarrollo del mercado interno ha sido una importante plataforma para mejorar la competitividad y la inserción externa, elevando las exportaciones de productos textiles y confecciones” sostiene el ministerio de industria, que difundió en los medios que se está instrumentando una fuerte política de resguardo de la producción nacional, promoviendo acuerdos bilaterales entre privados y medidas antidumping, de salvaguardia y derechos compensatorios en los casos en los que la producción se enfrente a importaciones que no respetan las reglas del comercio, por eso fue reforzado el monitoreo del comercio en aquellos eslabones de la cadena cuya producción local se vea amenazada por el ingreso masivo de importaciones.
Una medida que es importante no desconocer es que se estableció la prohibición a la importación para consumo de ropa usada, exceptuando a aquellas que provengan de donaciones, por un plazo de cinco años. Además, el Ministerio de Industria administra Licencias No Automáticas (LNA) sobre unas 150 posiciones arancelarias sobre productos terminados y otras 87 posiciones sobre hilados y tejidos, con el objetivo de fomentar la producción nacional y la defensa del trabajo argentino
El decreto 2112/2010, fue publicado en el Boletín Oficial y tendrá una vigencia de 5 años y se trata de una herramienta más para fomentar la producción nacional y la defensa del trabajo argentino.

Desde la Federación de la Industria Textil Argentina (FITA) a este respecto, señalaron que - “esta es una buena noticia porque evita la entrada de ropa usada a un país que viene demostrando un crecimiento en su demanda y además impide que se importe como usada ropa de saldos de temporadas anteriores” (www.sic.gob.ar, 2011). 
Récord de producción. Disponible en: http://www.lanacion.com.ar/nota.asp?nota_id=1341319www.sic.gob.ar. Disponible en: http://www.sic.gob.ar/2011/01/se-restituye-prohibicion-de-importaciones-de-ropa-usada/

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