Es muy común escuchar que el traje sólo se usa para las reuniones
especiales y que las empresas, a partir del nuevo milenio adoptaron la ropa
casual y cada día hay menos sastres/as, son menos visibles en el mercado, y el oficio
tiende a desaparecer. Lo cierto es que en los últimos 20 años se ha producido
un gran cambio en la forma de vestir de los varones y para muchos ya no es indispensable
como vestimenta de trabajo, ni para empresas o entidades como para personal jerárquico,
diplomáticos, la realeza y los funcionarios de estado, los políticos y los
académicos. Susana Speroni, que fuera Directora del Museo Nacional del Traje
sostiene que:
Los hombres ya no se sienten cómodos en traje. En los años 50, era
impensable ir a trabajar sin corbata. El traje era toda una institución dentro
de la sociedad argentina, sinónimo de trabajo y seriedad. Y aunque en los 70 se
introdujeron algunos cambios, así continuó hasta finales de los 90. Entonces
comenzó a modificarse el look masculino y lo útil y cómodo se impuso a lo
elegante (www.elpais.com.uy, 2005, octubre).
Afirma que lo que ocurre es que el hombre de los años 2000 dejó de
sentirse a gusto con aquella prenda que impuso Luis XIV a las tropas
mercenarias que había contratado en Croacia: la cravatte, es decir, la corbata.
De hecho el estar vestido con un traje condiciona la conducta y
seguramente se pensará dos veces el ponerse molesto ya que eso estropearía el
saco si el sujeto entablara una discusión
violenta a golpes de puño, muy común en los lugares de recreación, en
los que justamente se abandonó el uso del traje.
Respecto a saber si el consumo del traje ha disminuido, para hacer un
diagnóstico, basta pararse en una arteria clave de Buenos Aires y recorrer las
calles del microcentro porteño para comprobarlo: los hombres visten camisas de
vestir con jean y sacos de corderoy o cuero; pantalones pinzados con remeras
polo y suéteres de hilo, la relación entre los hombres de traje y los cultores
del casual es de uno a uno. Si se compara esa escena con una fotografía tomada
en la misma esquina hace 20 años, las diferencias se hacen todavía más evidentes.
Casi la totalidad de los hombres iban al centro vestidos de traje. Lo que sí es
cierto, es que quien tiene por costumbre hacerse trajes a medida y puede
costearlo, sigue haciéndose ropa a la medida con su sastre.
La globalización y la industria, nos alzó a un punto de elite y redujo
el consumo a unos pocos clientes pudientes. El cambio fue tan profundo que
incluso casas que tradicionalmente se dedicaban a la venta de trajes debieron
ampliar la gama de su oferta de sacos informales y cambiar a conjuntos sport,
lo que amplió enormemente los guardarropas de los años 90 en adelante.
Los especialistas en sociología de la moda coinciden en que el traje se
está convirtiendo en una prenda para ocasiones especiales. Una mutación más
que, sin duda, no será la última.
Si analizamos las estadísticas, podemos comprobar esta afirmación, pues
a principio de este nuevo milenio, se publicó un trabajo realizado por la CAI
–Cámara Argentina de la Indumentaria–, que refleja que solo el 7 % de los
argentinos adquiere prendas de contenido formal (es decir, de los casi 17
millones de clientes que tiene este mercado solo 1.154.485 son compradores de
trajes), y a las claras está, que una ciudad como Buenos Aires hoy tenga tan
pocos hombres vestidos de traje a diferencia de lo observable en otras ciudades
de América, donde sigue prevaleciendo esta costumbre.
Las estadísticas del sector señalan también que los argentinos son
grandes consumidores de ropa: cada año se compran 6,300 kilos de prendas per
cápita. La última encuesta de gasto de los hogares que hizo el INDEC 6 señala
que los argentinos usan el 7,2% de su presupuesto personal en indumentaria: el
4,6% en ropa, el 2,1% en calzado y un 0,5% en arreglos. Si se compara con otros
rubros, surge que se gasta más en vestimenta que en equipamiento y
funcionamiento del hogar (6,7%) e incluso que en agua y electricidad (3,45%).
En el 2010, el ámbito textil registró récord de producción, según el
informe del Ministerio de Industria. El nivel de actividad avanzó un 16% y, de
esta manera, acumula desde 2003 un aumento del 143 % y las exportaciones
crecieron un 41,5 %. El sector textil tiene presentados 12 proyectos (4 de ellos
ya fueron aprobados) para acceder a los préstamos del Fondo del Bicentenario,
destinados a ampliaciones y construcciones de plantas fabriles, incorporación
de maquinaria y desarrollo de nuevos productos con valor agregado, que
generarán más de 730 puestos de trabajo. Esto confirma que la Moda genera
empleo y brinda oportunidades de crecer.
Débora Giorgi (2011), al frente
de la cartera industrial, especificó que: -“Mientras que en los 90 se destruían
empresas y puestos de trabajo, hoy tenemos una industria textil fuerte, que
crece de manera sostenida, con producciones que agregan valor nacional y
aportan calidad y diseño argentino” (www.lanacion.com.ar, 2011).
Sumado a estas observaciones es bueno decir también que la fabricación
de calzado en Argentina viene en ascenso desde 2002 y en 2010 esa tendencia se
consolidó, de acuerdo a lo que comunicó la Cámara de la Industria del Calzado
(CIC), que afirma también que en los últimos 12 meses se produjeron 105
millones de pares de calzado en territorio nacional, lo que marca un
crecimiento de 10 millones de pares si se traza una comparación interanual.
Otro índice de crecimiento que el sector textil experimentó en 2010 es que las
importaciones de bienes de capital, piezas y accesorios destinados a aumentar
la capacidad de producción aumentaron un 64% con respecto a 2009. De acuerdo a
datos aportados por la Fundación Pro-Tejer, el total de los bienes importados,
sumado al costo de la nacionalización y puesta en marcha de esa maquinaria,
estima una inversión total de 844 millones de pesos. A tal punto es importante
el sector textil en la producción que: -“El desarrollo del mercado interno ha
sido una importante plataforma para mejorar la competitividad y la inserción
externa, elevando las exportaciones de productos textiles y confecciones”
sostiene el ministerio de industria, que difundió en los medios que se está
instrumentando una fuerte política de resguardo de la producción nacional,
promoviendo acuerdos bilaterales entre privados y medidas antidumping, de
salvaguardia y derechos compensatorios en los casos en los que la producción se
enfrente a importaciones que no respetan las reglas del comercio, por eso fue
reforzado el monitoreo del comercio en aquellos eslabones de la cadena cuya
producción local se vea amenazada por el ingreso masivo de importaciones.
Una medida que es importante no desconocer es que se estableció la
prohibición a la importación para consumo de ropa usada, exceptuando a aquellas
que provengan de donaciones, por un plazo de cinco años. Además, el Ministerio
de Industria administra Licencias No Automáticas (LNA) sobre unas 150
posiciones arancelarias sobre productos terminados y otras 87 posiciones sobre
hilados y tejidos, con el objetivo de fomentar la producción nacional y la defensa
del trabajo argentino
El decreto 2112/2010, fue publicado en el Boletín Oficial y tendrá una
vigencia de 5 años y se trata de una herramienta más para fomentar la
producción nacional y la defensa del trabajo argentino.
Desde la Federación de la Industria Textil Argentina (FITA) a este
respecto, señalaron que - “esta es una buena noticia porque evita la entrada de
ropa usada a un país que viene demostrando un crecimiento en su demanda y
además impide que se importe como usada ropa de saldos de temporadas anteriores”
(www.sic.gob.ar, 2011).
Récord de
producción. Disponible en:
http://www.lanacion.com.ar/nota.asp?nota_id=1341319www.sic.gob.ar. Disponible
en:
http://www.sic.gob.ar/2011/01/se-restituye-prohibicion-de-importaciones-de-ropa-usada/
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